Mercado Laboral: aún hay desigualdades entre el hombre y la mujer

El San Jose Mercury News, de la región californiana Silicon Valley´s, publicó este 16 de octubre, que las empresas de tecnología de esta zona viene rankeando en última posición en la promoción de mujeres a posiciones de nivel senior. En realidad, sólo un 9% de las companías de la región presenta una mujer en una posición de generencia.
Esta historia se repite en todo el país, afirma el matutino americano, más allá del hecho de que las mujeres emergen como una fuente de talento y capacitación.
Por otro lado en un estudio reciente del Centro de Estudios de la Nueva Economía (CENE) de la Universidad de Belgrano (UB) se afirma que ellas ganan menos, incluso con igual nivel de educación. Se suele afirmar que la brecha de salarios entre ambos sexos se explica por el nivel de educación alcanzado, dando por hecho que son ellos mayoría en cuanto a estudios superiores. Sin embargo, una encuesta realizada por la UB sostiene que mientras que 53,7% de los varones alcanza el nivel mencionado, la cifra se eleva al 56,4% en el caso de las mujeres.
A pesar de que hoy se acepta como evidente la igualdad entre hombre y mujer, ellas todavía deben luchar por un espacio justo dentro del mercado laboral. Sin embargo, las posibles condiciones negativas del trabajo femenino no sólo se deben a las diferencias entre los géneros de hombre y mujer. Una investigación sobre el trabajo femenino del Instituto de Investigaciones Gino Germani de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires (UBA) describe la situación laboral femenina y cristaliza las variables que funcionan como agentes de precariedad. La inserción de la mujer dentro de la sociedad puede considerarse como relativamente reciente. El siglo XX fue testigo de las libertades y derechos.
En el ámbito laboral, la inserción pareciera complicada debido a que, desde el principio, las reglas de juego fueron diseñadas por quienes dominaban el sector, es decir, los varones. De todas maneras, si bien las asimetrías y desigualdades de género provocan injusticias que perjudican la situación laboral de la mujer, el aumento de la precarización y vulnerabilidad laboral actúan como variables fundamentales que influyen de manera negativa en las condiciones de todos y cada uno de los trabajadores, independientemente de su género. Se observa que en función del nivel social y de la educación, las mujeres poseen diferentes razones para trabajar.
Quienes pertenecen a sectores pobres deben hacerlo para cubrir el presupuesto familiar básico del hogar, es decir, son trabajadoras de la crisis, se insertan en el mercado cuando la economía de la casa tambalea y el sueldo del varón no alcanza a cubrir los gastos. En el caso de mujeres con mejores situaciones económicas, el trabajo se convierte en un complemento de los gastos del hogar y en una fuente extra de ingresos. Por último, para las mujeres que han alcanzado una formación universitaria o de grado superior el trabajo representa mucho más que un medio para abastecerse, provee vínculos extrafamiliares, brinda prestigio y status social y les permite sentirse exitosas.
En última instancia, el trabajo se convierte en el principal sostén de la identidad.La desigualdad de condiciones entre hombre y mujer se verifica también respecto de los puestos ocupados por cada género. Las mujeres predominan en los puestos no calificados, en tanto encuentran importantes restricciones para acceder a tareas de dirección y control.
Por otro lado, se constata que aumenta la proporción de mujeres altamente calificadas que desarrollan ocupaciones meramente técnicas con el agravante de que la tendencia es contraria en el caso masculino. En este sentido, se puede afirmar que existe una subocupación por el desaprovechamiento de las calificaciones personales.Otra de las desventajas de la situación laboral femenina, reside en que, debido a la necesidad de obtener un ingreso dentro del hogar, no es posible redefinir sus roles. En consecuencia, se produce una sobrecarga laboral: en su lugar de trabajo y en su casa.Las condiciones precarias de la situación actual del mercado de trabajo, es decir, el deterioro grave que se produce respecto de la estabilidad y de los salarios, afecta por igual a todos los trabajadores.
Sin embargo, en el caso de la mujer, se produce una crisis grave en la autoestima dado que el trabajo actúa como un sostén de la identidad.La cuestión, entonces, se encuentra en dos frentes: la desigualdad de géneros y la situación actual del mercado laboral. En este segundo caso, las soluciones no se encuentran al alcance de la mano, sólo trabajar bien y a conciencia con la responsabilidad de que la sociedad se construye con las acciones de cada miembro.
Ahora bien, en cuanto a la desigualdad de las mujeres en el ámbito laboral, ¿se trata de una cuestión de tiempo? ¿las reglas deben modificarse para que la mujer pueda insertarse en el mercado laboral sin perder su feminidad? En otras palabras, evitar masculinizarse y comenzar a valorar las virtudes y características propias de la mujer, esto aceptando que pueden realizar interesantes aportes dentro del mercado laboral. ¿Qué se puede hacer al respecto?

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