La evaluación de un curriculum

La evaluación de un curriculum no es algo que se pueda explicar en un libro fácilmente. Ciertamente existen en el mercado numerosas teorías sobre cómo confeccionar un CV. Pero a la hora de evaluar a una persona a través de este instrumento, la verdad es que no se puede ofrecer ninguna teoría infalible.

Buenas intenciones

Se parte de la base de que cuando alguien gasta su dinero en buscar a un buen candidato, lo mínimo que espera es que éste le dure. De poco le puede servir que llegue a su empresa la persona más maravillosa del mundo si en unos meses se va a ir. Así pues, el curriculum y la persona han de reflejar la intención de permanecer. Lo peor es el curriculum de aquel que se sabe que si acude a una entrevista es porque está desesperado y que, en estos momentos se agarraría a un clavo ardiendo con tal de trabajar.

Cartas sinceras

Nada de cartas suplicantes o excesivamente peloteras, lo mejor es ser como uno es. Y nada de presentarse a un trabajo si no se cree cualificado o no reune las condiciones mínimas exigidas. La costumbre de enviar el CV por mailing, es decir de manera indiscriminada es uno de los mayores errores que se puede cometer, ya que el quien lo va a evaluar tiene muy claros los criterios de selección y no se dejará tentar por otras opciones.

Experiencia relacionada

Para convencer al seleccionador de que uno es realmente bueno, a pesar de que en su CV el epígrafe de EXPERIENCIA carezca de sentido lo mejor es dotarse de una gran cantidad de prácticas, o de trabajos que tengan relación en lo posible con las aspiraciones de cada uno. Y, por supuesto demostrar que hemos sido capaces de desarrollar nuestras habilidades en diferentes campos, habilidades que tienen alguna relación con el puesto ofertado.

El sueldo en segundo plano

En cuanto a las peticiones salariales por escrito, es decir lo que se llama "pretensiones salariales", están fuera de lugar. Cierto es que lo ideal es que a uno le paguen, más que nada por orgullo profesional, pero si no puede ser así lo mejor es dar por zanjada esa cuestión. Es un tema que ya llegará.

Un CV sin segundas

Los CVs no deben ser un instrumento para presionar en el actual lugar de trabajo. En ocasiones tenemos la tentación de enviar un CV para presionar a nuestro actual jefe. Pero por poco o mucho que quiera conseguir el CV es infomración personal que debemos poner a disposición de otro solo con la clara intención de trabajar en serio. Usar un envío como forma de presión en nuestra empresa no sirve para nada porque el consultor suele ser lo suficientemente hábil como para distinguir las intenciones reales de los candidatos, tanto en un CV como en una entrevista personal.

Actitud y disposición

Una de las características más valoradas en un CV es la disposición del candidato para el trabajo. No importa a estas alturas si se ha sido camarero o dependiente de comercio o cualquier otra función que no tenga mucho que ver con los estudios realizados. Lo importante es demostrar que se es una persona dispuesta, trabajadora y alguien a quién no se le van a caer los anillos por hacer algo más que lo que se presupone a las funciones inherentes al puesto para el que se ha sido contratado. Es cuestión de tener actitud para el trabajo.

Sinceridad y claridad

Tratar de ser natural, ser uno mismo es la base de una buena evaluación. El seleccionador sabe qué es lo que quiere y necesita, por lo tanto cuanto mejor conozca a un candidato a través de su CV mejor le encajará la persona en vivo. En estos casos lo más indicado es no ir a la desesperada porque se puede pagar a la larga con un despido rápido, traumático e innecesario. De poco sirve recibir muchas llamadas para puestos que no nos interesan, lo ideal es acudir a las citas de las que realmente se puede obtener algún provecho.

Por lo tanto, a la hora de redactar un Curriculum lo único que realmente hay que tener en cuenta es que el seleccionador tendrá que leer muchos antes y después que el vuestro. Tratad de ser lo más claros posible y no inventeís la vida de un ser magnifico e insuperable que en ningún caso sereís vosotros. Ni falta que os hace.

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